Delfina entró por la parte posterior de un auditorio lleno a la vez que las primeras líneas de Vallejo salían por su boca. Con 40 años de trayectoria profesional encima, el traspiés del pasillo no interrumpió la cadencia de esta noche en que César saldría por boca de Delfina.
Ágape
Hoy no ha venido nadie a preguntar;
ni me han pedido en esta tarde nada.
No he visto ni una flor de cementerio
en tan alegre procesión de luces.
Perdóname, Señor: qué poco he muerto!
En esta tarde todos, todos pasan
sin preguntarme ni pedirme nada...
Y no sé qué se olvidan y se queda
mal en mis manos, como cosa ajena.
He salido a la puerta,
y me da ganas de gritar a todos:
Si echan de menos algo, aquí se queda!
Porque en todas las tardes de esta vida,
yo no sé con qué puertas dan a un rostro,
y algo ajeno se toma el alma mía.
Hoy no ha venido nadie;
y hoy he muerto qué poco en esta tarde!
Cierto es que luego de la advertencia de apagar celulares ningún aparato sonó, lamentablemente los primeros flashazos no se hicieron esperar, el público aún no comprende que para fotografiar en los teatros es necesario apagar el molesto destello y elevar el ISO de la cámara. Así que todos pagamos pato cuando Delfina pidió un poco de respeto mutuo y "no fotos", es el momento que el fotógrafo desea convertirse en filmador...
Aún así, resuelto este exabrupto Delfina siguió adelante, con una memoria prodigiosa, dicción clara y acento cusqueño.
XIV
ESPAÑA, APARTA DE MÍ ESTE CÁLIZ
Niños del mundo,
si cae España —digo, es un decir—
si cae
del cielo abajo su antebrazo que asen,
en cabestro, dos láminas terrestres;
niños, ¡qué edad la de las sienes cóncavas!
¡qué temprano en el sol lo que os decía!
¡qué pronto en vuestro pecho el ruido anciano!
¡qué viejo vuestro 2 en el cuaderno!
¡Niños del mundo, está
la madre España con su vientre a cuestas;
está nuestra madre con sus férulas,
está madre y maestra,
cruz y madera, porque os dio la altura,
vértigo y división y suma, niños;
está con ella, padres procesales!
Si cae —digo, es un decir— si cae
España, de la tierra para abajo,
niños ¡cómo vais a cesar de crecer!
¡cómo va a castigar el año al mes!
¡cómo van a quedarse en diez los dientes,
en palote el diptongo, la medalla en llanto!
¡Cómo va el corderillo a continuar
atado por la pata al gran tintero!
¡Cómo vais a bajar las gradas del alfabeto
hasta la letra en que nació la pena!
Niños,
hijos de los guerreros, entre tanto,
bajad la voz que España está ahora mismo repartiendo
la energía entre el reino animal,
las florecillas, los cometas y los hombres.
¡Bajad la voz, que está
en su rigor, que es grande, sin saber
qué hacer, y está en su mano
la calavera, aquella de la trenza;
la calavera, aquella de la vida!
¡Bajad la voz, os digo;
bajad la voz, el canto de las sílabas, el llanto
de la materia y el rumor menos de las pirámides, y aun
el de las sienes que andan con dos piedras!
¡Bajad el aliento, y si
el antebrazo baja,
si las férulas suenan, si es la noche,
si el cielo cabe en dos limbos terrestres,
si hay ruido en el sonido de las puertas,
si tardo,
si no veis a nadie, si os asustan
los lápices sin punta, si la madre
España cae —digo, es un decir—,
salid, niños, del mundo; id a buscarla!...
El espectáculo calculado para una hora y veinte en dos tandas, finalmente culminó llegando casi a las dos horas, al final de las cuales y tras nutridos aplausos y ronda de preguntas, halagos y comentarios como "estudié contigo en María Auxiliadora" una satisfecha Delfina recibió el cariño de los asistentes.
Delfina Paredes tiene dos discos con estos poemas que debería adquirir todo cultor de Vallejo, la poesía y la declamación.
Me hubiera gustado escuchar este:
LOS
DADOS ETERNOS
Para Manuel Gonzales
Prada, esta
emoción bravía y selecta, una de las
que, con más entusiasmo, me ha aplaudido el gran maestro.
Dios mío, estoy llorando
el sér que vivo;
me pesa haber tomádote tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es costra fermentada en tu costado:
¡tú no tienes Marías que se van!
Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
¡Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!
Hoy que en mis ojos brujos hay candelas,
como en un condenado,
Dios mío, prenderás todas tus velas,
y jugaremos con el viejo dado.
Tal vez ¡oh jugador! al dar la suerte
del universo todo,
surgirán las ojeras de la Muerte,
como dos ases fúnebres de lodo.
Dios míos, y esta noche
sorda, obscura,
ya no podrás jugar, porque la Tierra
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura.
Debemos felicitar al grupo Libélula de Jade y al personal del Convento de Santo Domingo quienes se encargaron que el recital principie a tiempo. Asimismo al CEC Guamán Poma de Ayala.