viernes, 12 de junio de 2009

El albo resplandor de Sinakara

06 de junio, 06:00 horas, despegamos a duras penas los párpados que recién tres horas antes los había cerrado...

Desde el desvío de Urcos hasta Mahuayani, dos horas exactas... Es la primera vez que haré un registro digital del camino al Santuario del Señor de Q'oyllur Ritti, ubicado en la hondonada del Sinakara, en las faldas del Qolqepunku. Para esto, me acompaña una Panasonic DMC-TZ4, ligera, vasto zoom óptico de 10X.

Cargo una Nikon F100 para mi registro habitual en película de 35mm.


Mahuayani, punto de partida.


Una de las cruces al atardecer, camino al santuario de Q'oyllur Ritti


Varios arrieros de las cercanías de Ocongate ya bajan presurosos a conseguir más usuarios para sus caballos.


Ocho kilómetros de ventisca, piedras, soledad...


Hasta el plástico se ha hecho tristemente célebre en el paisaje de camino al santuario, (y en el mismo).


Más caballos, más arrieros...


El Qolqepunku y su precioso tesoro sobre los hombros.


Colección de cruces del santuario albergadas en una esquina del templo.


Las niñas de Ocongate recolectan la cera que van llorando las velas.


Los peregrinos comienzan a llenar el templo, al fondo la nave que alberga la imagen del Señor de Q'oyllur Ritti.


Plegarias.


Camino al Qolqepunku, al fondo el vasto campamento de la hondonada del Sinakara.


Sin poder contenerlas, cobran vida, se escurren, se deslizan, se liberan y se agotan...


Un pablucha, intermediario de los apus, emerge del glaciar.


Pronto estos guardianes no tendrán nada ya qué custodiar.
(si no se hace nada HOY)


El agua se desliza lentamente cuesta abajo, entre las piedras; la persistencia que se abre paso a través de la terquedad del camino.


K'intu.


La sierra y la quietud.


Sincretismo, imposición o transgresión; lo único cierto de estas montañas es el imponente silencio que se impone ante el bullicio interno que llevamos dentro.


Los últimos custodios.


Peticiones extra-muros.


Amable comparsa de Qapaq Qolla que compartió con nosotros sendos vasos de té con "punta".


El viento, el hielo y el fuego. La vida en estos parajes cobra todo el concepto de fragilidad.


Entre un sinfín de comparsas, los Qapaq Chunchu danzan ante la gruta que colinda con Pucllana Pata.


La máscara, genio ritual.


Los Wayri Chunchu.


En Pucllana Pata, la tierra del juego, este caballero acaba de adquirir una retro-excavadora, el año que viene estaremos celebrando en alguna minera.


Todo en el juego es "legal", hasta los papeles deben estar en regla.


La Cruz de Tayankani, el éxtasis.


Más plegarias nocturnas.


Desde la última cruz del camino la gente no escatima con el fuego que llevan dentro.


En las afueras del templo los peregrinos forman las anheladas figuras de sus ensueños materiales.


Otros llevan la figura por dentro.


06:00 am, de vuelta al glaciar para el descenso de los pabluchas, últimas fotos... la batería de la cámara ha llegado al límite.


El límite suficientemente dadivoso para compartir estas imágenes con vosotros.


Límite suficiente para cuatro días de registro con más de 600 imágenes, a una altura promedio de 4500 msnm y temperaturas oscilando los -3˚C.

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