El viento ya murmura entre las rocas,
deshace los pedregales
y arrulla la piel de las aguas;
más el sol desaparece hace rato
entre los cristales de polvo que giran,
bailan y brillan entre las manos del viento.
i Los brillantes celestiales se han molido,
se han licuado, diluido;
es nieve eterna, refulgente dolor del paso postrero.
Los caminos son solitarios,
no sólo por ser caminos,
sino porque jamás tornarán destino.
Izquierda o derecha trocarán sus designios,
mientras el crisol de las nubes forjan diadema de lluvia,
pendientes de granizo.
A mi vera, simplemente quedará tu nombre,
jugando en el viento, respirando en la sombra,
sólo aquella canción que a cierta hora...
... pronunciará tu nombre
en cada gota y en cada latido.
Cusco, 06 de junio 2009
(02:28)
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