jueves, 15 de octubre de 2009

Ana y el piano

Transcurría la década de 1930...

y ella tenía apenas cinco años, sin embargo recordaba el sonoro mueble que habitaba la casa. La pianista era su madre, Lucila Lozano-Álvarez Monzón, y el piano fue heredado de sus padres Prudencio y Rosario quienes lo mantuvieron en la Casa Grande de Checacupe y luego lo mudarían a la Hacienda Chuquicahuana.

Transcurría la década de 1930 y la tía Ana recuerda cómo el piano, dejó la casa...

Más de 70 años después lo vuelve a contemplar, durmiendo, en una esquina del Club Cusco.


La tía Ana Cagigao y mi madre sonríen con el viejo Rogers Eungblut.

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